sábado, 12 de diciembre de 2009

Monjas lesbianas






Creo que de todos es sabido que las monjas me dan repelús. Más todavía que los curas, porque una monja tiene mi cuota de repelús religiosa, que comparten, mas la de la sexualidad enfermiza, que también comparten, mas el plus que les da ser la greba femenina de la Iglesia, un plus que tendrían también, por poner ejemplos, una asociación de mujeres machistas que, sobre los malos tratos a su género, respondiesen anticorporativamente “algo habrán hecho las que se llevan la hostia”.
Además, las monjas huelen raro y se depilan poco, e incluso durante la adolescencia aquellas monjitas de la pornografía de finales de los ochenta (ah, los ochenta), cantaban bastante a no-monjas, como por ejemplo la que sale en el primer capítulo de la primera temporada de Californication.
Es decir, que la única cosa buena que tienen las monjas es que a veces hacen rica bollería. Por bollería yo había entendido siempre cabello de ángel y pastelillos, pero el mundo, a veces, es un lugar maravilloso por contener a gente como a nuestro protagonista de hoy, que ayer casi me mata de la risa.
Te pongo en situación: este verano la Muchacha y yo nos fuimos a México. Allí fuimos de un lugar a otro, y desde cada sitio por donde pasábamos yo escribía unas alegres palabritas destinadas, mayormente, a dar envidia. Pero hubo un día en el que tal cosa fue especialmente difícil, porque el tema de aquella jornada fue la Venganza de Moctezuma. Y de pronto, hará cosa de una semana y pico, ese post ha cobrado una vida increíblemente absurda e incomprensible, cuando aparecieron primero una tal Karla contando sus problemas para perder la virginidad debido a la elasticidad de su himen(!?), y luego una graciosa pareja de trolls veracruzanos, que llegaron no sé si insultándome a mí o a un tal Ignacio. En fin, todo en el hilo de las respuestas del post en cuestión, aunque, lo advierto, no es lectura recomendable para aquellos alérgicos a la mala ortografía.
Y en fin, ayer alguien, en aquel hilo, hablando ya de monjas, respondió esto:
Pues, " hombres necios que condenais a una mujer ...." , no creo que piense en Sor Juana, la verdad; Solamente es que con el perdón tuyo, hay que leer e instruirse un poco y viajar donde vosotros jamás habeis puesto pie en el lugar exacto donde empieza uno a desarrollar la cultura como es (…). Muchas miles de Hermanas de muchas ordenes, sabeís señor mío, no reparan en tener sexo entre ellas , lesbianas o como se les llame, aunque no lo fueren , lo hacen. Y esto en los parajes mas apartados del mundo donde ustedes jamás han puesto un impulso de su pensamiento. Ni idea tienen, pues que DELIRIO más grande es vivir en el mundo más mediocre donde viven. EPÍLOGO: Miren a su alrededor.Y mírense a si mismos.
Y yo no puedo permitir que tan grande respuesta se quede perdida entre las respuestas de un post casual de agosto; esto se merece salir aquí, en primera línea, como poco. Por la redención del mito erótico de las monjas, y por el consejo del epílogo: mirémonos en el espejo. Deliremos. Y veamos monjas, lesbianas o no, montándoselo entre ellas. Y quizá así, si alguien comparte mi monjafobia, la próxima vez que veamos a una en lugar de un escalofrío nervioso se nos plante una sonrisa en la cara pensando que qué habrán hecho las pobres para merecer una reputación como aquella, allá en Veracruz, donde en cualquier caso siempre todo es tan raro.


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