viernes, 26 de febrero de 2010

Monjas



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Creo que de todos es sabido que las monjas me dan repelús. Más todavía que los curas, porque una monja tiene mi cuota de repelús religiosa, que comparten, mas la de la sexualidad enfermiza, que también comparten, mas el plus que les da ser la greba femenina de la Iglesia, un plus que tendrían también, por poner ejemplos, una asociación de mujeres machistas que, sobre los malos tratos a su género, respondiesen anticorporativamente “algo habrán hecho las que se llevan la hostia”.
Además, las monjas huelen raro y se depilan poco, e incluso durante la adolescencia aquellas monjitas de la pornografía de finales de los ochenta (ah, los ochenta), cantaban bastante a no-monjas, como por ejemplo la que sale en el primer capítulo de la primera temporada de Californication.
Es decir, que la única cosa buena que tienen las monjas es que a veces hacen rica bollería. Por bollería yo había entendido siempre cabello de ángel y pastelillos, pero el mundo, a veces, es un lugar maravilloso por contener a gente como a nuestro protagonista de hoy, que ayer casi me mata de la risa.
Te pongo en situación: este verano la Muchacha y yo nos fuimos a México. Allí fuimos de un lugar a otro, y desde cada sitio por donde pasábamos yo escribía unas alegres palabritas destinadas, mayormente, a dar envidia. Pero hubo un día en el que tal cosa fue especialmente difícil, porque el tema de aquella jornada fue la Venganza de Moctezuma. Y de pronto, hará cosa de una semana y pico, ese post ha cobrado una vida increíblemente absurda e incomprensible, cuando aparecieron primero una tal Karla contando sus problemas para perder la virginidad debido a la elasticidad de su himen(!?), y luego una graciosa pareja de trolls veracruzanos, que llegaron no sé si insultándome a mí o a un tal Ignacio. En fin, todo en el hilo de las respuestas del post en cuestión, aunque, lo advierto, no es lectura recomendable para aquellos alérgicos a la mala ortografía.
Y en fin, ayer alguien, en aquel hilo, hablando ya de monjas, respondió esto:
Pues, " hombres necios que condenais a una mujer ...." , no creo que piense en Sor Juana, la verdad; Solamente es que con el perdón tuyo, hay que leer e instruirse un poco y viajar donde vosotros jamás habeis puesto pie en el lugar exacto donde empieza uno a desarrollar la cultura como es (…). Muchas miles de Hermanas de muchas ordenes, sabeís señor mío, no reparan en tener sexo entre ellas , lesbianas o como se les llame, aunque no lo fueren , lo hacen. Y esto en los parajes mas apartados del mundo donde ustedes jamás han puesto un impulso de su pensamiento. Ni idea tienen, pues que DELIRIO más grande es vivir en el mundo más mediocre donde viven. EPÍLOGO: Miren a su alrededor.Y mírense a si mismos.
Y yo no puedo permitir que tan grande respuesta se quede perdida entre las respuestas de un post casual de agosto; esto se merece salir aquí, en primera línea, como poco. Por la redención del mito erótico de las monjas, y por el consejo del epílogo: mirémonos en el espejo. Deliremos. Y veamos monjas, lesbianas o no, montándoselo entre ellas. Y quizá así, si alguien comparte mi monjafobia, la próxima vez que veamos a una en lugar de un escalofrío nervioso se nos plante una sonrisa en la cara pensando que qué habrán hecho las pobres para merecer una reputación como aquella, allá en Veracruz, donde en cualquier caso siempre todo es tan raro.

jueves, 25 de febrero de 2010

Por qué las mujeres mienten en la cama


Por qué las mujeres mienten en la cama

Las más jóvenes siguen fingiendo en sus relaciones sexuales por temor a perder a sus Enviar a un amigo

 
Las expertas critican que los estudios sobre sexo sean sobre el número de coitos y no sobre su calidad. REUTERS
MAGDA BANDERA - MADRID - 15/02/2010 08:30

La clave no es si las mujeres mienten o no en la cama, sino saber por qué lo hacen", remarca la psicóloga Raquel Platero, profesora de secundaria y especialista en temas de género. Una encuesta sobre sexualidad hecha pública el pasado miércoles asegura que una de cada tres mujeres cree que a veces es necesario fingir en la cama. Además, según otros estudios similares, lo han hecho en más de una ocasión.
Admitirlo públicamente no es tan fácil. Al oírlo, ellos se indignan y ellas son tildadas de frígidas, pérfidas o ambas cosas. Por ello, Teresa, empresaria de 40 años y feminista declarada, prefiere ocultar su identidad para argumentar por qué ha mentido alguna vez: "No sólo he fingido un orgasmo. También ha podido ser un desastre y he soltado un piadoso ¡qué bien ha estado!, cuando me ha preguntado. Lo he hecho para no ofender. Si le dices a un hombre que es un mal amante, lo hundes. Ellos podrían aprender del instinto de protección del que gozamos algunas féminas, incapaces de ofender y menos gratuitamente".
Una de cada tres encuestadas cree que a veces es necesario fingir
Para la mayoría de las mujeres de más de 60 años, el sexo era una obligación y solían mentir para que sus maridos, que por lo general poco sabían sobre el clítoris, acabaran cuanto antes. Ese recurso sigue siendo bastante común, constata Soledad Muruaga, presidenta de la asociación Mujeres para la Salud. La siguiente generación, entre los 35 y 60 años, ya siente que tiene derecho a pedir, aunque la mayoría "perpetúa el modelo basado en la falocracia, que les produce mucha insatisfacción. Y por ello mienten a menudo", añade esta psicóloga.
Las más jóvenes han cambiado, pero no tanto como podría parecer, asegura Muruaga. Las más abiertas piensan que la liberación sexual consiste en separar sexualidad de afectividad, y que lo contrario es cursi y anticuado. "Creen que para ser modernas tienen que seguir el modelo sexual de los hombres. Dicen que lo normal es alternar varias parejas y que todas las conductas son válidas, si hay consentimiento", añade.

Desconocimiento del placer

"Se miden las relaciones por el número de coitos", critica una experta
Lo malo, según esta especialista, es que tienen poco conocimiento del propio placer, reproducen conductas del porno pensado para los hombres y se autoconvencen de que a ellas también les gusta. "Al menos, en una primera etapa, porque después, muchas vienen a la consulta diciendo que se sienten utilizadas e insatisfechas". Para esta feminista, "ese autoengaño es una nueva forma de neomachismo. Ya no hace falta obligarlas a repetir el modelo falocrático, ellas mismas lo hacen por iniciativa propia. El pene es el rey de las relaciones. Además, los artificiales están por todas partes".
Las encuestas también tienen parte de culpa, según Platero. Para empezar, porque suelen preguntar en clave masculina. "Siguen midiendo las relaciones en función del número de coitos", critica. Pero, ¿cuándo es sexo y cuándo no lo es? ¿Por qué no se cuantifica cuántas veces se siente placer en lugar de los condones que se han usado? ¿Por qué nunca se pregunta por los orgasmos múltiples?
No ajustarse a la cantidad de coitos "deseable" produce mucha ansiedad. "Ahora las chicas también quieren dar la talla", asegura Muruaga. "Para lograrlo, mienten. Tienen que ser supermujeres y eso incluye ser muy buenas en la cama. Pero sobre todo, el problema es que fingen porque siguen teniendo la autoestima muy baja. Lo hacen para que sus parejas las acepten y les den afecto".
Platero comprueba a diario este tipo de conducta entre sus alumnas: "Hay chicas muy concienciadas, que saben y dicen lo que quieren, pero la mayoría sigue sometiéndose a lo que ellos desean. Algunas, incluso a la hora de vestirse. Mienten para no poner en peligro la relación".

Sinceridad entre amigas

Por suerte, muchas se sinceran con sus amigas. "Se ha hecho mucha mofa sobre el fenómeno de los tuppersex, pero se ha investigado poco a qué obedece que un grupo de mujeres se reúna para hablar de sexo, ¿por qué sienten esa necesidad?", pregunta Platero.
La encuesta que hizo pública el miércoles el Ministerio de Sanidad afirma que las mujeres suelen ser más cómplices entre sí que los hombres, y que el 20% de ellas habla de sexo con sus amigas de manera habitual. Y entonces sí se permiten la franqueza. En lugar de fanfarronear, el 66% dice la verdad.
"Y la verdad es que de vez en cuando exageras. A veces, ni te das cuenta, es parte del juego. Sabes que si lo entusiasmas sales ganando en todos los sentidos. Si la tiene pequeña, le dices que eso te gusta porque es más habilidoso con las manualidades. Si la tiene grande, le dices que el tamaño importa mucho, digan lo que digan", admite Eva, treintañera con pareja estable. "Es triste, lo sé, pero quieres tenerlo contento para que tu vida sea más fácil. Un hombre acomplejado es un fastidio y hay que convivir. Además, en el fondo saben la verdad. Ellos lo tienen más difícil para fingir, pero hay una cosa que se llaman contracciones".

miércoles, 24 de febrero de 2010

La Frigidez

La frígidez es una forma muy frecuente de impotencia sexual femenina. Consiste en una disminución o un colapso en el ritmo del apetito sexual.
Para algunos sexologos la frigidez no es más que la ausencia total de placer y de excitación sexual, durante el acto sexual, no importa quien sea su pareja. Para otros la frigidez es la asociación de una anafrodisia (ausencia de deseo) y de una ausencia total de placer y de excitación sexual.

La frigidez puede provenir de trastornos objetivos: exceso de trabajo, agotamiento, diabetes, neurastenia, intoxicaciones, etcétera. Pero generalmente, la causa de la frigidez es psicológica. Desde luego, resulta imposible dar una causa general; toda frigidez debe ser tratada según la persona que la padece.

Hay dos casos de frigidez. "Casos normales" y "casos anormales":

Frigidez normal:

Indudablemente, en el 90% de los casos la culpa es del marido... Muchas mujeres temen con verdadera angustia el mometo de irse a la cama. Y cuántos dramas secretos. Esas mujeres frígidas pretenden 'detestar el acto sexual físico' pero debieran decir más bien que detestan la forma en que el hombre entiende y realiza dicho acto. Lo cual es completamente distinto. Esta frigidez y este odio al acto genital son reacciones frecuentes que obsesionan a buen número de mujeres perfectamente constituidas. Bastaría muy poco, por parte del marido generalmente, para que cesase tal situación. Téngase en cuenta que se hace referencia a la mujer y al hombre normales.El hombre debe tener siempre presente como la mujer suele ser más profundamente sexual que él; y no olvidar que la mujer enlaza la afectividad con la emoción y la sensualidad. En muchos hombre el acto sexual se manifesta por un comportamiento rápido y casi mecánico que los hace llegar casi inmediatamente a la satisfacción genital. En cambio, para la mujer el acto sexual debe ser el resultado de una lenta progresión. Las mujeres necesitan caricias, de acuerdo, pero sobre todo, caricias del alma.La mujer aspira a la seguridad y a la ternura y necesita un respuesta efectiva y plena de comprensión; ella tiene que sentir una solidez mental en su compañero. Muchas mujeres tienen contrael marido resentemientos de los que no hablan jamás, pero que las roen y las conducen a la frigidez. Chocan con la falta de comprensión, con la imposibilidad de relajamiento, con la falta de ternura acariciadora, etc. Y también con el miedo de que "él" pueda considerar esas reivindicaciones femeninas como “tonterias de mujeres”.En la frigidez normal, la responsabilidad masculina puede ser de otro orden. Una mujer debe sentir, no el dominio o la debilidad de su compañero, sino su solidez física y mental. Por eso muchas mujeres permanecen o se vuelven frígidas porque el hombre es neurótico, agresivo, afeminado, hipernervioso, etc. En tal caso la frigidez es accidental y revela la imposibilidad de abandonarse a una fuerza masculina que no existe.

Frigidez anormal:

Los demás casos de frigidez muestran siempre trastornos de las personalidad. Lo mismo que en el hombre, suele ocurrir que la frigidez femenina sea provocada por sentimientos de inferioridad, los cuales impiden el relajamiento indispensable. Si el sentimiento de inferioridad es atributo de cientos de miles de mujeres, no es de extrañar que los casos de frigidez sean también tan numerosos.

Muchas de las mujeres frigidas son anormalmente combativas; se rebelan contra su papel natural.

Testimonios de mujeres frigidas anormales:

— “Jamás me resignaría a ser el juguete de un hombre”

— “Mi madre me ha repetido tantas veces que los hombres son malos que no consigo deshacerme de tal idea”

— “No tengo la suficiente confianza en los hombres para dejarme ir con mi marido”

— “Los hombres no piensan más que en su placer egoista”

— “Los hombres tienen demasiada suerte, la sexualidad les resulta muy fácil ¿acaso piensan en nosotras?
Tales mujeres anormalmente frígidas creen que la sexualidad es una especie de “competencia" en la cual hay un dominador y un dominado. El tratamiento de su frigidez depende de las causas que lo hayan provocado.

Es evidente que existen muchísimas causas de frígidez, como ocurre en los casos de impotencia masculina. Son frecuentes las fijaciones sexuales en situaciones de infancia, el apego mental a los padres que provoca infantilismo, la imposibilidad de satisfacción sin masturbación, ya sea personal, ya por el compañero, etc. Existen también aquí todas las perversiones, cuya satisfacción depende de la perversión “inversa” del compañero. Por ejemplo, una mujer masoquista necesita un compañero sádico, y recíprocamente